Los animales siempre han sido pasto de las supersticiones y muchas veces como mensajeros de mundos ocultos, adquiriendo especiales connotaciones cuando se sitúan en el medio marino.
Curiosamente la relación de los marineros con el mundo animal tiene opiniones encontradas incluso en la misma cultura o mitología, al estar muchas veces cambiada la interpretación de cada historia según las manías o preferencias de cada narrador.
Las antiguas mitologías otorgan muchos poderes a distintos animales, como los albatros, gaviotas y petreles, que podían ser los espíritus reencarnados de los marineros muertos en el mar y que avisaban de la llegada de tormentas al posarse sobre cubierta. A estos mensajeros voladores nunca se les debía importunar para no ser pasto de las desgracias. También se respetaba mucho a los delfines y a los tiburones, de los cuales decían que ver su aleta en la lejanía era un buen presagio, pero que si seguían el barco por la popa anunciaban la muerte de un marinero.
Según algunas supersticiones marineras no se consideraba de buen augurio embarcar a bordo animales con pelo, especialmente los conejos, a pesar de lo cual muchos capitanes incluían frecuentemente gatos en la tripulación para exterminar a los siempre dañinos roedores. De hecho, en ciertas zonas se creía que embarcar un gato negro traía buena suerte, siempre que no se pronunciara la palabra “gato”.
Famosas fueron las historias sobre los perros embarcados a bordo de Dragaminas durante las grandes guerras del siglo veinte, cuyo fino olfato dicen que les permitía descubrir con bastante antelación las zonas minadas.
Cabe recordar también que en alguna época los cerdos también llegaron a estar prohibidos a bordo, a pesar de que algunos marineros consideran que por su terquedad y resistencia son especialistas en alcanzar a nado siempre la costa más cercana, aunque no esté a la vista.
¿No sería interesante complementar nuestro equipo de emergencia con un cerdo para que nos arrastre a tierra en caso de naufragio?
*R. Masabeu