Existen muchos Mitos que indican pesares para los marineros que se dejan seducir por el dulce canto de las Sirenas, pero también sobre Nereidas enamoradas que enmudecieron su voz por amor.
Una de las más interesantes, por su relación con hechos históricos y estirpes familiares aún vigentes, discurrió en aguas de la bocana de la gallega Ría de Arosa, limitada en su desembocadura por la Isla de Sálvora, un paradisíaco enclave a apenas 3 km de la península que en la baja Edad Media ya era utilizada como base militar tanto para Vikingos como para Sarracenos y, más tarde, como refugio estratégico para Piratas y Corsarios entre sus incursiones.
La más famosa leyenda de esta isla habla de la Sirena de Sálvora que, a pesar de ser muda, se casó enamorada de un caballero romano naufragado en su playa y tuvieron un primer hijo llamado Mariño. Con el tiempo el caballero, aconsejado por el Abad de la Isla, decidió curar a su esposa obligándola a hablar y, para ello, durante las fiestas de San Juan saltó a una gran hoguera con el niño en brazos, momento en que la mujer asustada escupió un pescado que anidaba en su garganta para gritar ¡Hijo!.
Algunos cuentan que ese caballero no era otro que Roldán, el sobrino de Carlomagno, que pereció más tarde en la batalla de Roncesvalles. Según esa versión, la Sirena, con el corazón roto, volvió a sumergirse en el mar, no sin antes lanzar una maldición por la cual en cada generación de la estirpe de su hijo debían entregarle a sus aguas a uno de sus vástagos, que nacería varón, de ojos azules y con escamas en los muslos.
Si navegando por Galicia queremos adentrarnos en la bella Ría de Arosa, al pasar por la Isla de Sálvora ¿No sería previsor obligar a la tripulación de nuestro barco a llevar pantalones muy cortos por si alguno tiene escamas en los muslos y decide arrastrarnos con él a las profundas aguas para acompañarle ante su aciago destino? *R. Masabeu