Los escollos que podemos encontrar en cualquier costa del mundo son el perfecto caldo de cultivo para convertirse en forjadores de mitos sobre susurrantes voces que hablan de las puertas del averno.
Su peligrosidad, sobre todo en los primeros tiempos de la navegación y de la cartografía, los convirtió en trampas mortales y verdaderas tumbas de embarcaciones destrozadas y sus tripulaciones, pocas veces supervivientes ante el embravecido mar.
La consecuencia es que en muchas culturas los escollos más traicioneros se han convertido en camposantos malditos en los que vagan los espíritus de los marineros que, en las noches más oscuras, llenan el ambiente de desgarradores lamentos sobre su aciaga suerte. Algunos también aseguran haber escuchado avisos sobre la necesidad de abandonar un lugar reservado para sus almas en pena, bajo el peligro de ser inevitablemente atraído a traspasar la frontera entre los mundos de vivos y muertos.
Aunque en la costa española hay diversas zonas de escollos peligrosos con sus propias historias sobre famosos naufragios, vale la pena recordar entre las más interesantes algunas de las tuvieron lugar en el paso entre escollos de Los Freus, que separan las islas de Ibiza y Formentera, en uno de los trayectos estivales más transitados por miles de embarcaciones de todo el Mediterráneo.
La dificultad de superar acertadamente los estrechos pasos entre escollos, sobre todo en la época antigua sin el apoyo de señalizaciones, ha dado lugar a muchos naufragios, incluso en nuestros días, en algunos casos muy trágicos, que han llevado inevitablemente a generar fantásticas historias sobre los caídos.
Una de las que vale la pena recordar la protagonizó “El diablo” un pirata turco que en 1.729 aprovechando la dificultad del paso entre Los Freus venció a siete galeras enviadas desde Ibiza a detenerlo, sacrificando para ello 500 almas cristianas que se cree que aún deambulan en pena entre la isla de Es Penjats y las cuevas de contrabandistas de s’Espalmador, en la antigua cantera de Marés al norte de Formentera.
¿No es preferible aprovechar hoy en día toda la moderna tecnología electrónica para navegar sorteando los más traicioneros escollos, o preferimos más tentar la suerte navegando sin ayudas bajo el peligro de ser engañados para formar también parte de las almas de los marineros condenados a vagar por la zona?
*Por R. Masabeu