Desde los albores de los tiempos, los delfines han sido considerados como criaturas inteligentes y de connotaciones mágicas, que han mantenido una gran relación con los marineros y el éxito de sus travesías.

En la mitología Minóica  ya se hablaba sobre sus poderes protectores y los problemas que puede acarrear a los marineros el meterse con ellos. Se decía, entre otras historias, que si rodeaban una embarcación tendría mejor tiempo, mar en popa y una segura arribada a buen puerto.
Muchas leyendas marineras hablan de salvamentos de náufragos y hombres al agua por parte de delfines o de su protección contra los tiburones, a los que atacan, dando a entender que son realmente amigos de los hombres.
Son mucho más entretenidas las múltiples historias que nos aporta la mitología griega, entre las que destaca la creación de la constelación Delphinus por parte de Poseidón en agradecimiento por que un grupo de delfines mensajeros le trajo a una ninfa que el amaba y con la que se casó más tarde.
La más importante es, sin embargo, la que explica como el dios de la vid Dionisos (Baco), fue secuestrado por unos piratas Tirrenos que pensaban que era un príncipe, para pedir un oneroso rescate a sus padres o venderlo como esclavo. En plena travesía, el dios se transformó en feroz león y cubrió el aparejo de cepas y la cubierta de perfumado vino. Los piratas aterrados se lanzaron al mar y quedaron transformados de inmediato en delfines que, arrepentidos y por orden de Dionisos, asumieron la tarea de salvar a los marineros en los naufragios.
¿Quién no irá ahora con más cuidado cuando divisemos cerca del barco a estos valiosos aliados piratas?
Por Ricardo Masabeu