Con la previsión de una mejora del tiempo después de un duro invierno, ha llegado la hora de poner de nuevo en marcha nuestra semirrígida con una serie de útiles consejos que nos facilitarán la tarea.
Cuando en medio de la brisa costera el mar empieza a oler ya a buen tiempo, a un tranquilo fondeo, a una trepidante travesía o a una increíble puesta de sol, es sin duda el momento de ponernos manos a la obra y dedicar nuestra atención a la puesta a punto de nuestra embarcación para afrontar la nueva temporada de navegación.
Tendremos para ello en cuenta que a la hora de iniciar la preparación de nuestra embarcación, no importa si disponemos de una neumática o una semirrígida, porque ambas cuentan con la mayoría de puntos en común y precisan de cuidados muy parecidos.
1- La previsión es primordial
Un aspecto a valorar reside en las ventajas que consiguen los propietarios de semirrígidas que han sido previsores al acabar la temporada anterior y realizaron un buen invernaje, dejando la embarcación protegida durante el duro invierno. El resultado en este caso es obtener muchas más facilidades a la hora de ponerse en marcha otra vez, puesto que teóricamente todo el material se encontrará en mejor estado de conservación.
En este apartado, tendremos en cuenta que no solo se trata de acondicionar casco, cubierta y flotadores o el motor, sino que también debemos tener cuidado del resto de la embarcación, dejando engrasadas y protegidas las piezas móviles, las que se pueden oxidar y la parte eléctrica.
2- Todo fuera
En las embarcaciones plegables como las neumáticas, es más habitual que al final de temporada se desmonten totalmente y se limpien antes de guardarlas, por lo que al preparar la nueva temporada será como comenzar de cero, sin residuos o material a bordo en mal estado.
En el caso de las semirrígidas, que tienen cofres, procederemos al vaciado de todo el equipamiento, los accesorios y trastos en general que tengamos a bordo. De este modo podemos ver en qué estado están, tirando los inservibles o reparando lo necesario, además poder ventilar mejor el interior de los cofres y permitirnos localizar posibles daños estructurales.
3- Fuera óxidos
Como es innegable, el hecho de movernos en un medio marino, con un elevado nivel de humedad y también de salitre, si navegamos en el mar, es casi inevitable que encontremos a bordo algún punto con óxido, ya sea directamente en tornillería, motores o accesorios, como a su alrededor. En ese caso lo más recomendable es eliminar de inmediato el óxido para evitar su propagación y llegar a producir daños irreparables. El procedimiento pasa por su limpieza, ya sea lijando o aplicando productos específicos que transforman el óxido en capa protectora, para después protegerlos de la manera más conveniente en cada caso.
4- Revisión del flotador
El modo más efectivo de controlar el estado del flotador, además de una previa revisión visual ante la aparición de tejido en mal estado, su unión con el casco o accesorios desencolados, pasa por hincharlo a la presión aconsejada por el astillero y comprobar el estado de la unión de los diferentes paños que lo forman.
También buscaremos cuidadosamente posibles pérdidas de aire mojando con agua jabonosa y mucha espuma, además de una esponja toda la superficie y vigilando la posible aparición de burbujas, que indican escapes. Una vez localizado el daño, las uniones de los paños deben volver a pegarse y los pinchazos o escapes en las válvulas, deben repararse.
Debemos estar muy atentos a la unión del flotador con el casco para evitar entradas de agua a bordo, pero aún más con la unión al espejo de popa, que es el que finalmente soporta todo el peso y empuje del motor fueraborda.
5- Revisar el casco
Cuando hablamos de la carena o el casco, en las neumáticas nos referimos a la gran sección del tejido inferior que conforma la obra viva, al que hay que prestar especial atención ante la aparición de cortes o rozaduras y que no esté despegado por ninguna parte, ni siquiera en su unión con el flotador y el espejo de popa.
Sobre el casco rígido de las semirrígidas, prestaremos atención a la aparición de golpes, rascadas y grietas en todos sus rincones para repararlas cuanto antes. Además, vigilaremos la posible filtración de agua en la sentina o en cualquier parte del doble casco y su origen, para decidir cuál es la mejor manera de reparar la avería.
6- Todo bien limpio
Con todas las reparaciones realizadas, procederemos a una limpieza profunda de toda la embarcación, desde casco, cubierta, sentina y cofres, hasta los flotadores, utilizando para ello jabón líquido no abrasivo, además de estropajos viejos, no metálicos, algunos trapos y abundante agua dulce.
Por suerte, el mercado actual ha evolucionado muy rápido y ofrece al aficionado a las semirrígidas un sinfín de productos específicos para limpiar casi cualquier tipo de mancha, con buena variedad específica para el medio marino.
7- Desagües y Achiques
Revisar la estanqueidad de los desagües, ya sea en el empalme de tuberías, en los imbornales o en los propios tapones, así como el buen funcionamiento de las bombas de achique, resulta primordial para evitar que nos encontremos con la sentina o la cubierta llena de agua que, si bien no supone peligro de hundimiento, si que puede dañar las instalaciones y el material de a bordo.
8- El cableado eléctrico
Debemos ser muy conscientes de que el cableado eléctrico de a bordo es especialmente sensible a la corrosión por la humedad y el posible contacto con el agua. Debemos detectar cortes, peladuras, óxidos o sulfataciones en sus terminales que pueden causar cortocircuitos y mal funcionamiento, proceder a su saneamiento y protección con las diversas grasas, siliconas o teflones que ofrece el mercado náutico.
9- Energía a bordo
Si tenemos a bordo un motor de una cierta potencia que nos obligue a disponer de una batería, debemos revisar concienzudamente la conservación de su cableado, por el que pasa un alto amperaje, detectando posibles pérdidas. También el estado de carga y funcionamiento de la misma, por si se descarga demasiado rápido y es necesaria sustituirla.
Lógicamente se revisará también el estado de conectores e imbornales, por si no hacen buen contacto o se ha producido sulfatación.
10- Máxima atención al motor
La forma de saber que operaciones debemos realizar para hacer funcionar el motor correctamente pasa, en primer lugar, por controlar la solidez del anclaje del motor en la embarcación, si se ha movido, si los tornillos están apretados y no presentan holgura ni curvatura, si se ha sulfatado el transom en contacto con los tornillos, etc.
Procederemos entonces a una revisión externa sobre la cola y la hélice por si está mellada o torcido el eje, además de calibrar los niveles de aceite y filtros si fuera necesario. Pasaremos a ver el estado del anclaje de la dirección y su funcionamiento, la toma de combustible y el filtro de gasolina, (el externo también si lo hubiera).
Se debe abrir la carcasa para ver el estado del motor por si aparecen óxidos, sulfataciones o manchas de aceite y combustible, aplicando la solución pertinente en cada caso.
Finalmente se prueba su funcionamiento encendiendo el motor y si detectamos alguna dificultad y no somos especialmente manitas, mejor nos pondremos en contacto con un mecánico especializado en ese modelo de motor. *Rex