Aunque tenemos algunas referencias por sucesos históricos, también la mitología ofrece un sinfín de historias sobre las falsas luces colocadas en las costas más peligrosas para engañar a los marineros y estrellar sus embarcaciones antes de saquearlas.
Diferentes países cuentan en sus costas con zonas que tradicionalmente se han relacionado con los naufragios y las actitudes de algunos de los vecinos cercanos respecto a los náufragos y los restos de la embarcación.
Seguramente las más divulgadas por la tradición y la literatura corresponden a las costas europeas, con oscuras rutas por peligrosas regiones desde los mares del norte hasta los acantilados de Escocia o nuestra cercana Costa da Morte en Galicia.
De este mundo de engaños y saqueos surge el personaje de los Raqueros que, entre otras acepciones, también denomina en algunas costas a la población vecina a las zonas de frecuentes naufragios, que actuaban como auténticos depredadores a la búsqueda de los tesoros que pudieran ofrecer los barcos estrellados contra las rocas o varados en sus playas.
Existe mucha documentación histórica sobre diferentes casos reales de saqueo de estos personajes en las costas de Gran Bretaña, dirigidos algunos por familias nobles de la época, al igual que sucedía con los Corsarios. Incluso hay indicios de que en algunas ocasiones fueron provocados situando luces falsas en zonas de escollos.
Más interesante resulta, sin embargo, descubrir algunos míticos relatos mediterráneos como el que señala al antiguo Sultán de Estambul, que se situaba en un alto de la costa sobre el estrecho del Bósforo con un calcetín de hilos de oro y otro de plata, moviendo ambos cuando el sol del atardecer se reflejaba para emitir brillantes destellos que hacían naufragar a los navíos enemigos que osaban acercarse a su costa.
¿Estaremos realmente seguros si seguimos las señales de la costa, o será un nuevo ardid del Sultán?
*Por Ricardo Masabeu