Existe la tradición de que la primera vez que un marinero cruza la línea del Ecuador debe ser bautizado en una variopinta ceremonia para ser aceptado por el propio Rey Neptuno al considerar que ha pasado de grumete a lobo de mar.
Según esta ceremonia de larga tradición, en el momento del cruce el propio Rey Neptuno se presenta a bordo y recibe el mando momentáneo de la embarcación de manos del capitán.
Lo habitual es que, tras el obligatorio repique de campana, uno de los marineros más veteranos se disfrace de Rey Neptuno y tome el mando del barco para desordenar el orden habitual, que pasa por el cambio de cargos y tareas de a bordo, poniendo por ejemplo al cocinero a trazar rumbos en las cartas o al patrón a arreglar el motor.
Los hasta ese momento grumetes, deben rendir pleitesía al Rey Neptuno y someterse a ser bautizados con buen humor con algún líquido de dudosa procedencia, antes de ser tratados como iguales por el resto de la tripulación.
Cuenta la leyenda que en época de piratas, los más jóvenes recibían como muestra de este primer cruce un pequeño aro en su oreja en el que incluso llegaban a grabar su puerto de origen y su nombre, no solo para ser reconocidos por el propio Rey Neptuno que les permitía transitar libremente por sus aguas, sino también para que su cuerpo fuera devuelto a su familia en caso de muerte.
Si la próxima vez que crucemos la línea del Ecuador, olvidamos celebrar el bautizo de los inexpertos grumetes embarcados, ¿Seremos castigados por el Rey Neptuno a mantener intercambiadas siempre las tareas de a bordo y el capitán estará el resto de la travesía limpiando las sentinas? 
*Por R.Masabeu