Desafio Mekong

05 Jul 2006

Desafio Mekong

Listado en Travesías

Grandes retos 

Expedición por el río Mekong 2005.De Vietnam a China río arriba

  

Después de muchos avatares, la Expedición Mallorquina al Mekong se completó al conseguir recorrer casi la totalidad del río Mekong, también conocido como madre de todas las aguas atravesando diversos países desde Vietnam hasta China, pasando por Camboya, Laos, Tailandia y Birmania.

 

Tres semanas en el Mekong

Resulta difícil describir uno de los ríos más grandes del planeta que en su recorrido de 4.500 km desde su nacimiento, en las tierras altas tibetanas, cruza seis países y baja hasta el océano ofreciendo al final un inimaginable delta donde no se ve la otra orilla. Calmadas aguas fluyendo a través de los cultivos de arroz, cataratas, rápidos y bancos de arena. Maravillosos paisajes e increíbles puestas de sol, inacabables horas de humedad durante el día y noches con un frío cortante. La hospitalidad de los nativos que no han visto nunca a un hombre blanco. Dormir en nuestras dos semirrígidas AB de 8 metros de eslora, o en pequeños establecimientos en la ribera del río. Mucha cooperación, pero también mucha corrupción de las autoridades... Hemos tenido que afrontar más dificultades e imprevistos de lo que los miembros del equipo habíamos calculado. Y desafortunadamente no pudimos completar el total del recorrido con nuestras dos semirrígidas AB 24 VST, puesto que a la altura del Triángulo de Oro en la confluencia de las fronteras de Birmania, Tailandia y Laos tuvimos que sacar nuestros barcos del agua y continuar el resto del viaje (unos 260 km de un total de 3.000 km) hasta China con embarcaciones locales.  No fuimos derrotados por el Mekong, fueron nuestros motores los que sufrieron por el extraño líquido que nos vendían en la ribera del río y que no se puede llamar gasolina. Demasiado para nuestros preparados motores Yamaha  de cuatro tiempos y 225 hp de potencia, que finalmente tuvieron que rendirse ante semejante mejunje. Pero estamos seguros de que nadie ha hecho nada comparable a esta Expedición por el río Mekong ni hay noticias de ello. Emprender esta expedición ha sido una experiencia y un privilegio por el cual estamos muy agradecidos.

De este modo, Andy Leeman, director de Yacht Center Palma y Rib Expedition & Adventure y uno de los organizadores de la Expedición Mekong, junto a Armin Schoch (Impulse Tourism Thailandia), nos avanza el desarrollo de esta fantástica aventura, que tuvo lugar en noviembre de 2005 y en la que estuvo también acompañado y esponsorizado por dos escandinavos residentes en Mallorca, Ola Holmgren de Palma Pictures Mallorca y Mats Wahlstršm de Puro Hotel Mallorca, los periodistas alemanes Helge Bendl y Klaus Kranewitter, además del cámara Carlos Pérez, y Rene Hellmich y Siegfried Stamm, como resto de la tripulación. Una gran aventura que también fue posible gracias al apoyo de AB Inflatables Venezuela, Yamaha Motor France, Vetus, Waeco, Lalizas, MoTech Mallorca y Tides Marine Mallorca, entre otros.

 

Desde Vietnam a Camboya

Para aprovechar la época de lluvias que trae el monzón, la expedición partió río arriba el pasado 20 de noviembre desde la capital de Vietnam Saigon y entrando al río Mekong desde su misma desembocadura. El infernal caos de esa ciudad se va quedando atrás adentrandose en el mundo de Song Cuu Long (Río de los Nueve Dragones), que es como se conoce al río en el Delta por sus múltiples afluentes. Se trata de una zona compuesta por canales, islas flotantes, cultivos de arroz y granjas, en donde las semirrígidas maniobran entre las embarcaciones locales cargadas de cocos, pescado, material de construcción y bienes de todo tipo.

Llegamos finalmente a Can Tho (Vietnam), donde se revisan los motores ya que durante la jornada se habían ahogado demasiadas veces debido, aparentemente,  a que el combustible era muy sucio.

  

La entrada a Camboya ya resultó mucho más complicada, sobre todo en cuanto a los sobornos. Todo el mundo tenía que pagar en la frontera y a los oficiales les llevó alrededor de cuatro horas el decidir por que cantidad de dinero dejarían pasar a la expedición. Una vez pagado el "peaje" nos pusimos en marcha sin tiempo que perder pues debíamos que alcanzar Pnomh Penh antes de que oscureciese, porque los objetos flotantes que pueblan el río hacían muy peligrosa la navegación. Mientras tanto los motores empezaron a dar problemas otra vez, ya que la gasolina contenía muchos sedimentos que obstruían los filtros.

 

Entrando a auténtica Camboya

Nuestra ruta prosiguió con la entrada a la zona más rural de Camboya, en la que no encontramos más barcos, ni plásticos en el agua, y solo algún pescador en sus pequeños botes. Esta falta de gente también nos hacía más difícil reclamar ayuda para los problemas de los motores. El Mekong se volvía cada vez más interesante, navegando entre bajíos y pequeñas islas donde los campesinos cultivan maíz y van apareciendo rocas, pequeños rápidos y cascadas que modulan los bancos de arena y depositan troncos y ramas en las orillas. Entonces, un ruido sordo y el motor se paró de golpe. La cola del motor estaba rota.

Gracias a una embarcación local se pudo trasladar el equipaje y a los miembros de la tripulación a un hospedaje cercano, mientras Armin, Andy, Helge y Klaus remolcaban lentamente la semirrígida dañada hasta llegar a la ribera para pasar allí la noche. Era necesario llegar al día siguiente hasta Laos, donde hay fáciles conexiones con Tailandia, puesto que un motor de recambio estaba esperando en Bangkok para casos de emergencia como este.

  

La cascada de Khone y las 4.000 islas

En estas difíciles condiciones de remolque fueron necesarias cuatro horas para cubrir los últimos 30 km hasta la frontera entre Camboya y Laos, en donde se sacaron las embarcaciones del agua y se cargaron en un camión para poder superar la gran cascada de Khone, bajando nuevamente al agua solo una de ellas, puesto que la otra fue transportada hasta un lugar llamado Pakxe, no lejos de la frontera con Tailandia, donde la nueva cola del motor debía llegar a la mañana siguiente.

A la altura de la cascada de Khone, el Mekong tiene una anchura aproximada de 15 km, donde cientos de pequeños islotes dividen el río antes de que sus aguas se viertan en el abismo. En esta cascada, las aguas no caen tan profundamente como en las famosas cataratas del Niágara, pero son más anchas y el río las empuja rápidamente, transformando las características aguas marrones en un color blanco marcado por la espuma. Por ello no es de extrañar que el Mekong sea considerado como el más salvaje de entre los 10 mayores ríos del planeta.

El 1 de diciembre penetramos ya en la región de las 4.000 islas (Si Phan Don), donde el Mekong es tan ancho que no parece un río. Se trata de una región única poblada de humedales y llena de vida salvaje, con pequeños canales y diminutos islotes, donde los búfalos disfrutan en el lodazal, hay aves por todas partes y donde los biólogos han catalogado más de 200 especies diferentes de peces, además de unos 10 ejemplares de delfín de río censados, especie casi extinguida, que viven en esta maravilla de la naturaleza.

Por fin los técnicos llegaron desde Tailandia con la nueva cola de motor, que tuvieron que pasar de contrabando en la frontera laosiana, ya que de haber seguido el largo procedimiento legal los permisos para seguir con la expedición río arriba habrían caducado.

  Los problemas mecánicos, sin embargo, no habían finalizado puesto que tras la reparación, el motor de la otra semirrígida empezó a mostrar los mismos síntomas y no había otro recambio preparado al efecto. Además, la expedición estaba a punto de entrar en los peligrosos rápidos de Pak Saeng y Song Khon, por lo que se tomó la decisión de remolcarlo, haciendola navegación se hizo muy lenta.

En estas condiciones se toma una difícil determinación. Partir la expedición en dos frentes. Armin, Ola, Mats y René continúan río arriba, mientras que el resto del equipo queda a la espera de una nueva cola para el motor, que desde España llegó a Bangkok esa misma tarde. Tras tres días resolviendo los problemas aduaneros en Tailandia llegaron los repuestos a Laos, en la otra orilla del río. El motor estaba listo y los tanques con combustible de calidad y el equipo puso rumbo río arriba en busca de la otra semirrígida.

Es importante destacar que desde que cruzamos la frontera de Laos, tuvimos a bordo a un oficial de rango de la policía laosiana, como condición indispensable del ministerio laosiano para obtener los permisos necesarios para entrar en este país.

 

Llegada a Luang Prabang

El 8 de diciembre la segunda embarcación llega a la capital de Laos, Vientiane. Los 1.754 km de frontera entre Laos y Tailandia están conectados sólo por un puente: el Puente de la Amistad, un regalo del Gobierno Australiano que se ha convertido en un paraíso para los contrabandistas que desde el crepúsculo hasta el amanecer, transportan recambios de bicicletas, mezcladores, estufas y otros enseres, pero también opio, teca y caoba.

La segunda mitad de la expedición se vio obligada a realizar etapas de más de 250 km por día para recuperar el tiempo perdido y cumplir además con el permiso de estancia que las autoridades laosianas habían impuesto a la tripulación.

Con la ayuda de Saman, el guía local, la expedición superó sin peligro las turbulentas aguas de la zona que llevan hacia la legendaria Luang Prabang, a donde llegaron al anochecer y donde permanecieron todo el día siguiente, paseando por el mercado local.

Esta región se denomina también como la del millón de elefantes, donde estos paquidermos son empleados todavía para arrancar y transportar árboles por las montañas. Cuando por su edad ya no pueden trabajar, se retiran al Parque de Elefantes de Luang Prabang, donde sirven de atracción para los turistas.

Antiguamente Luang Prabang fue la residencia de los reyes de Laos durante 1.000 años hasta que el último monarca fue destronado por la revuelta comunista en 1975. Veinte años después los antiguos templos en el sudeste asiático fueron declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Aunque la monarquía se fue, la fe permaneció intacta y Luang Prabang continúa siendo el centro religioso del país donde los monjes budistas pueden ser vistos por toda la ciudad.

 

¿El fin?

La comunicación con el equipo que llevaba delantera no era nada alentador, al relatar los continuos problemas causados por las impurezas del combustible, obligándoles finalmente a dejar el río en Houay Xai (Laos) y reservar botes locales para alcanzar China. Por ese contratiempo, la totalidad del equipo no volvería a reunirse por completo hasta el destino final de la expedición.

En la segunda semirrígida el panorama no era mucho mejor, pues sufría los mismos problemas y cada 5 minutos el motor se ahogaba y acababa parándose casi completamente. En esa zona la corriente era cada vez más fuerte y ralentizando el avance. Por ese motivo, para aligerar el peso, dos miembros dejaron la embarcación junto con todo el equipaje, pero la AB apenas podía superar la corriente.

Tras pasar la noche cerca de Houay Xai, la tripulación continuó el difícil ascenso al río, pero el motor solo consigue funcionar a máximo rendimiento un máximo de 20 segundos seguidos, antes de ahogarse y obligar a navegar a muy bajas revoluciones.

Finalmente se toma la decisión de acabar la expedición en el denominado Triángulo de Oro, en Chiang Saen y no porque nuestras semirrígidas no fueran ideales para este tipo de expedición, pero con estos problemas mecánicos no se podía continuar. En media hora estaban cargadas en un camión.

Inicialmente el objetivo de la expedición era alcanzar China por el río Mekong, así que Armin localizó a un piloto laosiano que, con su embarcación tradicional, llevó finalmente a la expedición hasta China, por la parte más salvaje y hermosa del río que se habría ante ellos.

En esta zona Birmania queda a la izquierda del río y nadie sabe si esta región está en poder del ejército birmano o en manos de las tribus locales, por lo que parar es peligroso. Por ello sólo es posible cargar combustible en el lado laosiano. Cuando amarramos, el pueblo entero se acerca a la orilla del río para despedirse. Tras el último control del ejército laosiano, aparece un puerto con una docena de cargueros y una bandera con un trozo de tela rojo. Es la bandera china.

 La expedición llega a su destino final en Guan Lei, tras tres semanas de navegación y 3.150 km de río recorridos.

Andy Leeman

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