En la mayoría de los mares y en todos los océanos, los efectos de las mareas son tan notables como necesarios para la renovación de la vida pero, ¿Quién tiene la culpa de estos vaivenes del mar?

Muchas poblaciones costeras del mundo ven marcadas constantemente sus vidas por la presencia diaria de las mareas que varían la altura del mar, afectando desde los horarios de navegación hasta el acceso a lugares tan especiales como las cuevas que jalonan las costas o incluso extraordinarias islas como la francesa de Noirmoutier, en la bahía atlántica de Bourgneuf, cuya única carretera de entrada queda anegada por el mar durante unas doce horas al día.
De manera simple podemos definir las mareas como una variación de la altura del mar entre la Bajamar y la Pleamar que se produce aproximadamente cada seis horas y doce minutos, permitiendo descubrir a los marineros más avezados que saben moverse entre ellas.
En realidad, no hace tantos siglos que tenemos verdadera consciencia del origen de las mareas, hasta que el científico inglés Isaac Newton explicara que estas son el resultado de la atracción gravitatoria que la luna ejerce sobre la tierra. Un hecho ampliamente corroborado en nuestros días.
Sin embargo, desde el inicio de los tiempos la humanidad ha intentado dar una explicación de este fenómeno de manera más popular y, ciertamente, mucho más fascinante y entretenida, como los que aseguraban que el responsable era el sol, que ya actuaba sobre la fuerza y rumbo del viento.
Como otros hechos de la naturaleza, muchos atribuyeron las mareas a los diversos dioses de sus propias mitologías, como el sintoísmo con el dios Watatsumi, un dragón que además de dominar a los peces y demás seres del mar también controla las mareas, moviendo las aguas del océano a su antojo y formando los temidos Tsunamis. Por su parte, el griego Homero describe al iracundo dios Poseidón como el que instigaba las mareas más abruptas y las tormentas en alta mar.
De forma más divulgada hasta nuestros días algunos famosos filósofos griegos se atrevieron a conjeturar diversas soluciones, como hizo Platón insistiendo en que las mareas eran producidas por un enorme animal que habitaba en una profunda caverna cuando tragaba agua.
La próxima vez que vayamos a fondear frente a la escarpada costa ¿Quién se animará a buscar en la más profunda cueva a su creador de mareas?
Por R. Masabeu