Amuletos y Talismanes

25 May 2021

Amuletos y Talismanes

Listado en Mitos y Mariner@s

La inmensidad del mar y sus oscuros secretos siempre han animado a los marineros a buscar  una ayuda extra para afrontarlo, además de su propia experiencia. Por eso es habitual que confíen su suerte a toda una serie de amuletos y talismanes de intangible efectividad para sentirse bajo su protección.

Estos fetiches pueden ser positivos, proporcionando a su poseedor protección ante los más terribles avatares que pueden acecharnos en las travesías o convertirnos una vez más en el pescador con las mejores capturas de la flota, aupados por un aura de buena suerte.
Múltiples son los amuletos que los marineros acostumbran a llevar encima durante sus travesías por los mares del mundo, desde una medalla del santo venerado de turno  o un tatuaje con un nombre o símbolo familiar, hasta los tres aros de oro o plata que se acostumbraba a colocar en las orejas tras haber superado en barco el Cabo de Hornos o de la Tormentas en Sudamérica, el Cabo de York en Oceanía y el Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica que, además, se tenían que colocar en un orden concreto para beneficiarse de su protección contra las tormentas. Conseguir los tres aros no solo era un símbolo de prestigio y osadía entre marineros, sino que también le otorgaba al afortunado, teóricamente, el privilegio de poder permanecer de pie ante los reyes y orinar contra el viento.
Sin embargo, el más importante amuleto de a bordo que no forma parte de la embarcación, como el prominente mascarón o el ojo de Horus que jalonaban las proas de antiguos navíos, son sin duda las monedas que aún hoy en día se acostumbran a poner principalmente bajo la base del mástil o en algún lugar del casco. Esta leyenda sobre su poder protector proviene seguramente de la mitología griega y el precio que los recién fallecidos debían pagar al barquero Caronte para cruzar el río Estigia que separa el mundo de los muertos y de los vivos.
¿Debemos salir pues a navegar siempre con unas monedas en los bolsillos, si no queremos quedarnos vagando eternamente en pena sin cruzar por no poder afrontar el pago?
*Por R. Masabeu

  • Compartir